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#Netflix y su cultura de trabajo que revolucionó la industria

26 Feb

La empresa basó su éxito en la búsqueda de empleados autosuficientes, sin miedo a tomar riesgos y dispuestos a desarrollar su carrera profesional en forma independiente

Vivian Giang | Fast Company

Netflix

Es fácil olvidar que antes de ser el gigante del streaming que es hoy, con éxitos como House of Cards y Orange is the New Black, Netflix era un negocio de envío de DVD por correo. Es difícil de imaginar ahora que el mayor servicio de películas on demand que tiene preocupadas a las cadenas de televisión en un tiempo fue un negocio minorista que hundió a Blockbuster.

Nuevos valores

Prueba y error

McCord también explica que la irritaba las excusas que veía en otros ejecutivos que estaban desarrollando una carrera profesional. «Ya no quería saber nada con la actitud de bebe. Uno no tiene derecho a lloriquear, tiene 40 años. Y hay que pagar la hipoteca y mantener a la familia y el auto. ¿Y yo tengo que decirte cuál es nuestra política respecto de cuánto dinero tenés que gastar en un departamento? Eso es estúpido.»

Luego de que la cultura de Netflix se volvió online, McCord dice que cambió completamente las conversaciones en las entrevistas. En vez de decir: «Cuénteme de su vida», la conversación se centraba en: «¿Cómo hace trabajo productivo?».

En síntesis, para descubrir qué funcionaría para ellos, McCord excluyó a todos los demás. Corrió riesgos para probar gente y cómo trabajaba. Decidió que si resultaba ser «lo más estúpido» que jamás hubieran hecho, lo cambiarían y harían otra cosa. En realidad, la cultura es sólo una presentación de PowerPoint, explicó McCord, lo que significa que puede cambiar en cualquier momento.


Mccord decidió escribir las cosas que la empresa valoraba y lo que esperaban de la gente

Traducción Gabriel Zadunaisky

http://www.lanacion.com.ar/1870570-netflix-y-su-cultura-de-trabajo-que-revoluciono-la-industria

El plan de #Facebook de #Internet para todos no les cae bien a las #telefónicas

4 Mar

Por Sam Schechner y Ryan Knutson  | The Wall Street Journal Americas

Facebook Connect 02

Mark Zuckerberg dice que su misión es conectar a miles de millones de personas más a Internet. Sin embargo, los operadores de telecomunicaciones que construyen redes en muchas partes del mundo están casi igual de convencidos de que es un problema.

Gigantes de Internet como Facebook y Google Inc., acusan, están lucrando a costa de ellos. Las tecnológicas ofrecen aplicaciones que permiten a los usuarios de telefonía celular saltarse a los operadores de redes para hacer llamadas telefónicas y enviar mensajes de texto gratuitos y, a su vez, obtener ganancias de publicidad por el tráfico que generan. Esto, denuncian los operadores, trastorna la economía que hace viable invertir en la infraestructura de Internet.

«Mark Zuckerberg es como el tipo que llega a tu fiesta y se toma tu champán y besa a la chica que te gusta y que encima no trae nada», dijo Denis O’Brien, presidente de la junta directiva de Digicel Group, un operador celular en 32 países de América Latina, el Caribe y otras regiones. Google, añadió, gana «miles de millones de dólares en publicidad y no pagan ni un centavo. Es el modelo de negocios más extraordinario de la historia moderna».

Las tensiones recrudecerán esta semana cuando las compañías de Internet se encuentren con los operadores en Barcelona para la principal conferencia de la industria del año. Zuckerberg participará de una de las discusiones centrales el lunes con tres operadores sobre los retos de la expansión del acceso.

Facebook Connect 01

Facebook dice que ha trabajado con los operadores para encontrar maneras de que ambas partes obtengan ganancias. Google dice que desarrolla tecnologías que facilitarán el acceso a Internet, como globos de aire caliente. Una vocera de Google también destacó un informe de Analysis Mason que muestra que las empresas de Internet del mundo gastarán US$35.000 millones al año en infraestructura, incluyendo cables submarinos.

La tensión entre firmas de Internet y la industria de las telecomunicaciones no se limita a los márgenes del mundo conectado. Los operadores europeos se quejan a menudo de que empresas como Google se aprovechan de la situación. La semana pasada los operadores perdieron una batalla de alto perfil sobre neutralidad de la red en Estados Unidos cuando la Comisión Federal de Comunicaciones decidió reclasificar sus redes de Internet como servicios públicos.

El tema es más delicado en los países en desarrollo, donde los operadores obtienen menos ganancias del uso de Internet inalámbrico y siguen dependiendo considerablemente de los ingresos de servicios de voz y texto.

Facebook señala que puede ayudar a más personas a conectarse a Internet sin más infraestructura. Más de 90% de la población global ya reside dentro del área de cobertura de alguna señal de Internet, pero apenas cerca de un tercio de esas personas realmente usa la tecnología, porque no entiende su valor, según Facebook. La empresa agrega que la mejor manera de demostrarles ese valor es que los operadores celulares dejen a sus suscriptores conectarse gratuitamente a Facebook.

Facebook ha conseguido varios acuerdos de ese tipo en los últimos cinco años. Otras firmas, desde Twitter Inc. a Spotify AB, han hecho lo mismo con la esperanza de que sus aplicaciones estén al alcance de más personas sin que los usuarios tengan que pagar a sus proveedores de telefonía por el servicio de datos.

Los acuerdos son particularmente importantes para el futuro de Silicon Valley en el mundo en desarrollo. Compañías como Facebook esperan expandir sus negocios a miles de millones de usuarios de Internet en la próxima década. El problema es que la tasa de crecimiento de internautas a nivel mundial parece estar desacelerándose.

Hace cinco años, Facebook les pidió a las empresas de telecomunicaciones que ofrecieran Facebook Zero, una versión de su sitio que requiere menos datos. Millicom International Cellular SA, una de las primeras en apuntarse, califica la alianza como un éxito, aunque reconoce que ha sido una experiencia de aprendizaje.

Tigo, el operador de Millicom en Paraguay, ofreció acceso gratuito a Facebook durante seis meses en 2013 y aumentó los suscriptores de banda ancha en 30%. Cuatro de cada 10 usuarios nuevos pagaron por el servicio de Internet cuando acabó la promoción, dice Mario Zanotti, quien está al frente del operador en América Latina. «Aún hay mucha gente que nunca ha experimentado Internet», señala. No obstante, la cantidad de nuevos abonados alcanzó un máximo después de tres o cuatro meses. «Se llega a cierto punto en el que la penetración no sube más», asevera Zanotti.

Tras reconocer que Facebook Zero no generaba suficientes ingresos a los operadores, la red social cambió su estrategia el año pasado y creó una aplicación con más funciones, como acceso a noticias y el pronóstico del tiempo, y desarrolló sistemas que facilitan la compra de datos. La iniciativa, llamada Internet.org, es ofrecida en Colombia, Ghana, India, Kenia, Tanzania y Zambia.

Google y Facebook han explorado tecnologías para llevar Internet a lugares remotos, como el uso de globos aerostáticos o satélites.

Nasser Marafih, presidente ejecutivo de Ooredoo Group, que opera en Medio Oriente, África del Norte y el sudeste asiático, dice que si las empresas de Internet no empiezan a pagarles a los proveedores, la inversión en infraestructura llegará a un techo. «La pregunta es quién va a construir esa infraestructura», dijo Marafih en una entrevista en septiembre.

-Alistair Barr contribuyó a este artículo.

http://www.lanacion.com.ar/1772624-el-plan-de-facebook-de-internet-para-todos-no-les-cae-bien-a-las-telefonicas

El mito del nacimiento en el garaje suele ser demasiado bueno para ser cierto : #Apple #Google #HP #YouTube #Facebook #Tuenti #Atari #GE #PayPal #Dell #Mattel #UPS

3 Dic

En tecnología, la norma es jactarse de orígenes humildes, como los de Apple o Google; sin embargo, el surgimiento de las empresas tecnológicas no siempre es como lo cuentan

Por Tom C. Avendaño  | El País Internacional

Bill Hewlett (parado) y David Packard (sentado) en los inicios de HP

Bill Hewlett (parado) y David Packard (sentado) en los inicios de HP. Foto: Archivo

La tecnología viene de Silicon Valley y Silicon Valley viene de un garaje. La leyenda es así de simple; lo complicado es decidirse por qué garaje. Está el del número 367 de Addison Avenue, en Palo Alto, donde se encerraron en 1938 William Hewlett y David Packard a experimentar con dispositivos electrónicos y del que hoy cuelga una placa que reza: «Lugar de nacimiento de Silicon Valley». O el del 2066 de Crist Drive, en Los Altos, donde Steve Jobs y Steve Wozniak construyeron la primera computadora Apple que se vendió al público en 1976. Y luego está el del 232 de Santa Margarita Avenue, en Menlo Park. Ese lo alquilaron en 1998 dos jóvenes llamados Larry Page y Sergei Brin para llevar allí el desarrollo de su joven empresa, Google.

El lugar está sorprendentemente intacto hoy. Con la alfombra azul que la entonces dueña de la casa, Susan Wojcicki, hoy consejera delegada de YouTube, puso para que los arrendatarios se sintieran más a gusto. La mesa de ping pong con la que se tomaban los descansos. Todo dispuesto para que el mito parezca real y nada recuerde que en realidad Google se había fundado dos años antes; tenía ya recabado más de un millón de dólares de varios inversores; y el ahorro que les suponía alquilar un garaje en lugar de una oficina era risible. Es más, en enero de 1999, tras solo cinco meses pisando la alfombra azul, los nueve empleados de Google se mudaron a unas oficinas convencionales. Pero el garaje está ahí, es propiedad de la empresa desde 2006, y los beneficios que genera en su mito fundacional son incalculables.

Ese es el poder mágico del garaje. Un empresario que lo menciona no solo está evocando el trabajo duro con el que Hewlett y Packard levantaron un imperio tecnológico desde su taller improvisado en Palo Alto. Y tampoco es solo que recuerde a los intrépidos visionarios de Apple a los que el mundo terminó dando la razón. Se está sumando a una larga tradición a la que pertenece Walt Disney, que fundó su empresa en el garaje de su tío Robert en 1923 y que más tarde usó dos estacionamientos como estudios de animación improvisados.

Mark Zuckerberg, uno de los creadores de Facebook

Mark Zuckerberg, uno de los creadores de Facebook. Foto: AFP

O Harold Matson y Eliot Handler, que en 1945 vendían marcos de madera para fotos y, con el material sobrante, fabricaban juguetes en su garaje. Fusionaron sus nombres y, llamados Mattel, crearon a Barbie y llegaron a convertirse en una multinacional de primer orden. O Michael Dell con la firma que lleva su apellido. O Jim Casey, de UPS. El mito del garaje transmite una serie de imágenes y valores admirables. Emprendimiento. Generación espontánea de ideas brillantes. Trabajo duro. La libertad de ser tu propio jefe y desarrollar tu propia visión. La ingenuidad de pensar que todo va a salir bien y la humildad de seguir trabajando cuando así es.

El garaje no es solo un enclave geográfico. «Es un estado mental. Es el rechazo del statu quo. Es afirmar: ‘No necesito docenas de ingenieros con máster para hacer frente a la competencia», explica Guy Kawasaki, ex empleado de Apple y autor de varios libros sobre emprendimiento en Silicon Valley. El garaje es un símbolo. Una aviso del género al que pertenece el origen de cada empresa. Es el sueño americano. También es mentira.

Los hombres tras la cortina

«Es demasiado romántico y demasiado individualista», protesta Dan Heath, periodista de Fast Company y autor, junto a su hermano Chip, de varios libros sobre estrategias empresariales. «Nos hablan del mito del garaje y visualizamos a dos tipos que crean algo brillante en secreto y luego se lo muestran a un mundo más que receptivo. Es decir, da una idea errónea de lo que se necesita para triunfar. Si quieres empezar una empresa, tus tareas son encontrar trabajo, aprender cómo funciona la industria y hacer contactos. Claro, es mucho más aburrido que una idea maravillosa desarrollada en un garaje».

Pocos mitos del garaje aguantan un mínimo de escrutinio. Todos acaban revelando los factores clásicos que menciona Heath. Gente bien conectada con buenas amistades, experiencia en otras empresas y más capacidad organizativa que visión. Hewlett y Packard, por ejemplo, se conocieron siendo estudiantes en Stanford el año 1930, en plena Gran Depresión, cuando montar una empresa era impensable. Packard trabajó para General Electric durante años, donde aprendió de todo. Es más, uno de sus amigos de allí, John Cage, terminaría de profesor universitario y dirigiría hacia su negocio a todos los alumnos prometedores, lo cual fue determinante en el futuro imperio Hewlett Packard (en adelante, HP).

Stephen Wozniak y Steve Jobs cuando fundaron Apple

Stephen Wozniak y Steve Jobs cuando fundaron Apple. Foto: AP

El mito original de Apple también olvida aquella vez en 1967 cuando un niño de 12 años llamó a las oficinas de HP. Era Steve Jobs y quería componentes para construir un contador de frecuencias. Hewlett se quedó tan impresionado con el chico que le ofreció un trabajo de verano en su boyante negocio. «Lo que aprendí allí fue la base de lo que sería Apple», confesó Jobs en una entrevista 2003. Así pudo recomendarle a su socio, Steve Wozniak, al que conoció a través de un amigo en común, que entrara a trabajar en HP en 1973, mientras él siguió formándose en la recién creada Atari. Todos estos elementos serían fundamentales en 1976, cuando se fundó Apple. Wozniak se había dado cuenta de que la computadora que tenía en mente no interesaba en HP. Jobs trajo a Ronald Wayne, el tercer fundador de la empresa, de Atari. Para entonces, ya no eran unos jóvenes jugando con una idea.

«Nadie quiere oír la historia de los chicos ricos que se citan en el Marriott para idear un plan de negocio. Eso no es romántico», ha escrito Heath. Y no hace falta remontarse tantas décadas para encontrar elaborados mitos de garaje. El de Facebook, por ejemplo, es quizá el más sofisticado: un joven estudiante, Mark Zuckerberg, ideó un producto en su residencia en Harvard con la ayuda de unos amigos y, con pocos intermediarios más, el mundo les hizo ricos. Esta variación no esconde los elementos menos populares, sino que los disfraza. Harvard sale como un centro rancio y reacio al cambio, no como la universidad adonde acuden las élites. Los amigos de Zuckerberg aparecen como estudiantes entusiastas, no jóvenes ricos con ganas de invertir en algo.

También se cuenta que en 2005 unos amigos, Chad Hurley y Steve Chen, grabaron a un tercero durante una fiesta y, al ver lo complicado que era subir el video a Internet, decidieron fundar YouTube. No se cuenta que Hurley había sido uno de los primeros empleados en PayPal e incluso les había diseñado el logo. Y que su suegro, James Clark, es el fundador de Netscape Navigator. Es decir, los creadores de YouTube eran más de dos y tenían conexión directa con inversores. Meses después, Steve Chen le confesó a la revista Time que la anécdota de la fiesta había sido «adornada» para que sonara mejor.

El mito hecho realidad

La fábula es cada vez más popular. En 2005, dos profesores de la Universidad de California hicieron un estudio entre sus alumnos: el 89% de ellos podía citar alguna empresa creada de esta manera. Solo un 48% de las empresas se crea así, pero el estudio estima que las apariciones en la prensa de los mitos de garaje se multiplicaron un 250% entre 1980 y 2000. Y como cualquier mentira contada las suficientes veces, se está acercando a la realidad.

Sergey Brin (izq.) y Larry Page, fundadores de Google

Sergey Brin (izq.) y Larry Page, fundadores de Google. Foto: Archivo

Cuando la Comisión Nacional de Emprendimiento estadounidense estudió las raíces de las empresas mas grandes del país en el siglo XX concluyó: «En 1917, los emprendedores solían ser aquellos a los que se les negaba el éxito por otras vías. En 1997, emprenden aquellos que se pueden permitir el riesgo. El valor de la experiencia previa parece haberse disminuido». Ninguna de las empresas estudiadas, por cierto, se había creado de la nada. El mito le pone cara a dos motores tangenciales pero inagotables del capitalismo actual: el sueño americano, según el cual un hombre puede llegar a lo más alto solo trabajando duro; y el ego de la industria tecnológica, obsesionada por la idea de irrumpir en el mundo.

Pero no por ello es imposible de exportar. Cuando Zaryn Dentzel, por ejemplo, llevó a España un poco de Silicon Valley con Tuenti, la red social española más poblada, también llevó ese mito. «Llamé a mis amigos de aquí y les dije que había que montar esto. Que había que montar Tuenti. Cuando empezamos a trabajar éramos cuatro personas. No había agenda, ni reuniones, ni calendario, ni nada, solo éramos cuatro tipos muy jóvenes que hacían código», resume hoy. Su empresa ha crecido, pero de la mano de Telefónica. «Creo que poco a poco en España se ha ido entendiendo lo importante que es emprender y tomar las riendas de su propio futuro».

Es lo que le pasa a los mitos demasiado atractivos. «Cuanto más cuentas una historia, más evoluciona», explica Heath. «Se van resaltando los individuos, no las organizaciones. Los momentos particulares, no el progreso gradual. Creo que la historia de YouTube se hará aún más triunfal con el tiempo. Más majestuosa». Con tal de que nadie se la crea.

http://www.lanacion.com.ar/1747454-la-verdad-que-ocultan-los-origenes-del-garaje-de-silicon-valley

#JackMa o #MaYun : el excéntrico chino que inspira a millones con #Alibaba #Taobao #Tmall #Alipay

25 Oct

Fundador de Alibaba, encarna el sueño de los entrepreneurs globales

Por Adriana Riva  | LA NACION

Jack Ma 01

Jack Ma es profesor de inglés; fue rechazado en Kentucky Fried Chicken y echado de McDonald’s; hoy es el chino más rico del país. Foto: Corbis

El 8 de septiembre pasado, el emblemático hotel Waldorf Astoria, de Nueva York, colapsó. Durante algunas horas, largas filas de limusinas y autos de lujo bloquearon la entrada principal, sobre la elegante Park Avenue, mientras sus ocupantes bajaban y formaban una ordenada cola para acceder al Starlight Roof, en el piso 18. Los organizadores del encuentro habían previsto la asistencia de unos 500 inversores. Fueron -se apilaron- más de 800. Nadie quería perderse el evento del año: escuchar a Jack Ma promocionar el lanzamiento inicial de acciones de su cueva de tesoros, Alibaba.

Once días más tarde, el gigante minorista chino en Internet recaudaba 21.800 millones de dólares en acciones en Wall Street. Fue la mayor oferta pública inicial de la historia de esa plaza, que lanzó definitivamente a su fundador y presidente ejecutivo al estrellato.

Jack Ma es el chino del momento. Lo llaman «el Steve Jobs asiático», «el padre de Internet en China», «el Jeff Bezos oriental».

Es todo eso y mucho más. En pocos años, gran parte del planeta pasará probablemente por su caja registradora, algo que entendieron al instante los tiburones de Wall Street el mes pasado.

China lo idolatra. «¿Quién necesita supermercados?», reza uno de los últimos comunicados de su sitio, Taobao.

Es el eBay chino, que promete a los chinos que podrán saborear el arroz de la primera cosecha sin moverse de sus casas, más barato y más rápido, mientras ofrece a los citadinos del país la posibilidad de arrendar sus propios campos de arroz a los campesinos del Norte.

Ma, de 50 años, personifica la nueva iniciativa empresarial de China

Jack Ma no se marea. Sabe lo que quiere y lo persigue hasta conseguirlo. «Duraremos 102 años», pronosticó hace poco. Nadie lo contradijo. Todos quieren creer en él, especialmente los chinos, para quienes Ma, de 50 años, personifica la nueva iniciativa empresarial de China, donde una persona de bajos recursos, sin fortuna ni conexiones con el poder, puede transformarse en millonario a través de la perseverancia. Ésa es la historia de Ma.

«Nunca tuve un tío rico y no lo necesito. No tengo nada de especial. Soy un hombre común. Si yo tuve éxito, cualquiera puede tenerlo», afirma este hombrecito, que apenas supera el metro y medio de altura, menudo y de frente ancha, que se identifica «con E.T.» (sin más explicación).

Si la China de Mao prohibió a los ricos, en la China de hoy parecería estar prohibido ser pobre. Y Ma Yun (tal su verdadero nombre) se ocupó de no ser la excepción. Todo lo contrario: con una fortuna estimada en 25.000 millones de dólares, es el chino más rico del país.

Apenas 15 años atrás, sin embargo, el panorama era muy distinto y su vida laboral parecía destinada al fracaso. Ganaba 14 dólares por mes como profesor y su currículum rebotaba en cuanta empresa intentase entrar. No lo querían ni para freír churros.

Ma Yun: «Soy un hombre común. Si yo tuve éxito, cualquiera puede tenerlo».

¿Cómo prosperó? Aunque a algunos les pueda parecer banal, con el optimismo y la perseverancia que caracterizan a Forrest Gump, uno de sus ídolos máximos, a quien en cierto punto imitó: así como el personaje interpretado por Tom Hanks invierte su plata en una «especie de compañía de fruta» llamada Apple Inc., Ma invirtió todo su dinero y energía en Alibaba. Y le fue tan bien como a Forrest.

Nacido en Hanghzou, ciudad costera a unos 170 kilómetros de Shanghai e hijo de padres semianalfabetos, actores de «pingtan» (un arte tradicional de contar historias con música, prohibido durante la revolución cultural de 1966), Ma cuenta que tenía 12 años cuando China se abrió al mundo y los primeros turistas comenzaron a llegar a su ciudad. Entonces, pedaleaba en su bicicleta hasta un hotel, donde se «ofrecía gratis como guía turístico con tal de practicar inglés». A uno de esos turistas le debe el apodo de Jack.

 

Salvo en inglés, era un «pésimo estudiante». En un país que idolatra la excelencia escolar, su boletín siempre dejó mucho que desear, y carga con la deshonra de haber sido reprobado dos veces en el examen de ingreso a la universidad, para finalmente ser admitido en su tercer intento «en la peor universidad de Hanghzou», según su propia definición.

Allí se licenció, en 1988, como profesor de inglés, y conoció a su mujer, Zhang Ying, con quien se casó a fines de los 80. «No es un hombre guapo, pero me enamoré de él porque puede hacer cosas que los hombres guapos no hacen», explicó alguna vez Zhang.

Durante cinco años trabajó como profesor y buscó, con poco éxito, otros empleos. Fue rechazado en Kentucky Fried Chicken y echado de McDonald’s.

El vuelco en su vida profesional llegó en 1995, cuando viajó por primera vez a Estados Unidos como traductor. Fue allí, mientras visitaba a unos conocidos en Seattle, donde conoció la Web. Hasta entonces, nunca había tocado un teclado en su vida. «Me daba miedo incluso rozarlo. Pensaba, ¿quién sabe cuánto cuesta?, si lo rompo, estoy perdido», recuerda Ma.

Pero no se perdió. Todo lo contrario: se iluminó como un Buda. «Le dije a mi amigo que hiciera una búsqueda en Internet con la palabra «cerveza» y encontré sólo marcas estadounidenses y alemanas. Entonces pensé que debía usar la Red para ayudar a las empresas chinas a darse a conocer al mundo.»

Con una fortuna estimada en 25.000 millones de dólares, es el chino más rico del país

Dicho y hecho. Ma volvió a Hanghzou y en 1995 creó China Pages, una versión china de las páginas amarillas online, que fue uno de los primeros sitios web del país. No tuvo éxito. En 1996, China Pages se vio obligada a formar una empresa conjunta con Hangzhou Telecom y el gobierno quedó a cargo de todo.

Desanimado, Ma viajó a Pekín y trabajó brevemente en el Ministerio de Comercio, donde un día le asignaron acompañar a un estadounidense a una visita guiada en la Muralla China. El visitante era Jerry Yang, cofundador de Yahoo, que años más tarde sería un socio clave en su vida (en 2005, Yahoo compró el 40% de Alibaba por 1000 millones de dólares).

Retorno

Al poco tiempo, Ma decidió que era hora de volver a la carga y regresó a Hanghzou, donde invitó a 17 amigos a su departamento, para anunciarles que iba a crear una página web. «Les hablé durante dos horas, pero ninguno entendía lo que decía, porque ni yo me entendía. No sabía nada de informática ni de negocios, pero comprendí algo antes que los demás», explica Ma.

Se tenía una fe ciega. «Nuestros competidores no están en China, están en Silicon Valley. Y nuestros cerebros son tan buenos como los suyos», les dijo. Tras esa charla -y con un capital de 60.000 dólares que juntaron entre todos-, el 21 de febrero de 1999, en plena burbuja de las puntocom, nacía Alibaba. Ma tenía 34 años.

Alibaba Group es hoy uno de los mayores gigantes del comercio electrónico y servicios web del planeta, así como uno de los emporios más rentables de China. Además del inicial Alibaba.com, un sitio «B2B», que facilita el comercio entre empresas, el negocio base del grupo podría definirse como la suma de eBay (a través del sitio Taobao), Amazon (Tmall) y Paypal (Alipay).

Si bien en China todo tiende a tener dimensiones inmensas, los números de Alibaba son descomunales hasta para los estándares del país: el año pasado registró ingresos por 6500 millones de dólares, y su valor se estima en más de 200.000 millones de dólares.

En 2013, Alibaba registró ingresos por 6500 millones de dólares

Sus ventas superan a las de eBay y Amazon juntas; la mitad de los pagos online en China pasan por Alipay y los sitios del grupo son responsables de más del 60% de los paquetes entregados en el país.

En 2013, además, cerca de 231 millones de compradores activos visitaron Alibaba. Y ésta es sólo la punta del iceberg, si se tiene en cuenta que más de la mitad de China permanece offline. En un país con 1300 millones de habitantes, por ahora los internautas suman «apenas» 618 millones.

Alibaba

Las vertiginosas cifras de Alibaba, no obstante, contrastan con la amable apariencia de Ma, que además de ser el inspirador de millones de chinos es venerado por los «Alipeople», los 24.000 empleados del coloso tecnológico que lidera. Para ellos, Ma es una suerte de figura paternal, gurú espiritual y líder descontracturado, que cada vez que puede sube disfrazado al escenario para entretener a la multitud.

Su rosario de excentricidades también incluye realizar bendiciones masivas a recién casados y repartir alias de personajes de novelas de kung fu a los trabajadores. El de él es Feng Qingyang, un guerrero que se caracteriza por ser impredecible y agresivo.

Ma cuida a su gente. Tanto que entre los ejecutivos más importantes de su emporio están quienes confiaron en él desde el principio, como ex alumnos, una profesora de lengua y la primera recepcionista de Alibaba, un nombre que eligió «porque es fácil de pronunciar y reconocido mundialmente».

En sus inicios, además, compartió gran parte de la compañía con sus cofundadores, lo que sorprendió positivamente a los inversores.

El poder, en cambio, es sólo suyo: él es la cara visible de Alibaba, su principal negociador, su máximo estratega y, con un 9% de las acciones, su mayor accionista individual.

Entre sus puntos oscuros, se destaca el que acecha a todo chino pudiente: su relación con el gobierno de Pekín, que mantiene un férreo control sobre Internet. Para algunos, el «loco Jack» logró convencer a las autoridades del todoterreno Partido Comunista Chino de que su negocio no era peligroso. Para otros, hay colaboracionismo. Él apela al pragmatismo: «Uno puede estar enamorado del gobierno, pero nunca casarse con él»; «Si se involucró en la política, olvídese de los negocios».

Ésos son dos de los mantras más famosas de Ma, que suele mezclar con una naturalidad sorprendente el lenguaje de los negocios norteamericanos con una moral confuciana.

Jack Ma 02

Jack Ma se mostró eufórico en Wall Street. Foto: Archivo

Consolidado Alibaba, en mayo del año pasado el revolucionario Ma decidió dejar su cargo como director ejecutivo, para dedicarse, como Bill Gates u otros cerebros del gremio tecnológico, a la filantropía.

«En China hay un serio problema con la calidad del agua, el aire y la comida. Dentro de pocos años, enfrentaremos muchos problemas de salud. En ellos es donde voy a invertir parte de mi tiempo y dinero», explicó a fines del año pasado. «Mi otro foco será la cultura y la educación de la gente. Si no hacemos esto, los chinos crecerán con los bolsillos llenos, pero las mentes superficiales», advirtió.

Para analistas, esta nueva faceta demuestra que la ambición de Ma va mucho más allá que la de cambiar el modo en que la gente hace sus compras. «Él va a liderar la próxima fase del desarrollo de China. Es un visionario, que no se limita a la tecnología», opinó a LA NACION Paul Gills, profesor de la Escuela de Administración Guanghua, de la Universidad de Pekín.

Jack Ma está haciendo historia. Es el chino del momento. ¿Será el chino del siglo?

Sus frases que lo definen

  • «La única forma de predecir el futuro es hacer que lo que uno desea suceda»
  • «La gente normal puede hacer cosas extraordinarias»
  • «Tu actitud hacia el trabajo y las decisiones que tomas son más importantes que tus habilidades»

Los envidiables números de Alibaba

21.800 millones de dólares

Es lo que recaudó en su oferta pública inicial en la Bolsa de Nueva York, el 19 de septiembre pasado, más que cualquier otra compañía en EE.UU

231 millones de compradores activos

La cifra es de 2013, y no para de crecer; en total, sellaron 11.300 millones de transacciones en Alibaba

24.000 empleados

Son los llamados «Alipeople», que idolatran a Jack Ma

9% las acciones de Ma

El fundador de la compañía es aún su mayor accionista individual

http://www.lanacion.com.ar/1737774-el-excentrico-chino-que-inspira-a-millonesjack-ma

#Will.I.am, #AshtonKutcher y #JustinTimberlake : estrellas tecnológicas

20 Oct

Además de ponerle su firma, las celebridades buscan aportar su sello personal en el desarrollo de diversas plataformas digitales, tabletas y dispositivos móviles

Sacar una app con tu nombre parece ser el equivalente de hace unos años a comercializar tu propio perfume. Quizá por ello en los últimos años hemos visto una proliferación de caras famosas que se apuntan a la moda de las nuevas tecnologías.

Kim Kardashian, Tom Hanks, Madonna, Taylor Swift, Snoopy, Alicia Keys, Bjork… son algunas de las celebridades que han intentado meterse en el mundo tecnológico, con mayor o menor éxito.

Además de fortalecer la marca de su imagen, está de moda eso de ser un poco geek y subirse al carro de las nuevas tecnologías.

Pero entre todos ellos destacan unos pocos que, además de prestar su cara bonita, decidieron apostar algo más en serio por la industria, invirtiendo en compañías emergentes o startups, participando activamente en los círculos de Silicon Valley o abriendo sus propias empresas en internet.

Aquí, tres celebridades que de verdad se implicaron en el mundo tecnológico.

Will.I.am

Will.I.am

El músico de Black Eyed Peas lleva varios años interesado en la industria tecnológica.

Trabajó como director de innovación creativa para Intel entre 2011 y 2012, un título que es más bien honorario, pero que implica un primer pie en el mundo de la tecnología.

Además, es un activo promotor de la educación STEM, en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, según las siglas en inglés.

Con su compañía i.am+ está tratando de abrirse mercado en la industria combinando la moda y la tecnología.

Para ello está innovando en la creación de productos tecnológicos ponibles, conocidos en inglés como «wearables», entre ellos mochilas, zapatos y un bolso, además del Foto.sosho, una carcasa para el iPhone 4 y 4S que transformaba su cámara de 5 megapixels en una de 14.

Esta semana, el carismático músico añadió un nuevo producto a su catálogo, con el lanzamiento de Puls, un dispositivo para llevar en la muñeca que parece un reloj inteligente aunque Will.i.am insiste en que «no es un reloj».

El caso es que el músico hace parecer el aparato bastante cool y entrará a competir con los productos similares de gigantes de la industria como su exempresa Intel, además de Samsung y Apple.

Aunque muchos críticos del mundo de la tecnología son escépticos ante sus intentos por entrar en el mundillo, es innegable que el músico y empresario parece consecuente al insistir en invertir en proyectos tecnológicos, en parte, según sus propias declaraciones, porque se ha convertido en un modelo a seguir para los jóvenes.

Will.i.am durante una actuación de su grupo Blac Eyed Peas

El músico de Black Eyed Peas lleva varios años interesado en la industria tecnológica

«Tengo que levantar esta compañía», dijo.

«No sólo por mí sino por los chicos a los que les digo que se dediquen al STEM. Les estoy diciendo que no se queden parados en la esquina y que aprendan a programar. ¿Y después yo no lo hago?».

Otra de sus colaboraciones recientes es con el proyecto iDEA del príncipe Andrew de Inglaterra, orientado a ayudar a miles de jóvenes británicos a desarrollar las habilidades necesarias para convertir sus ideas en negocios digitales.

Ashton Kutcher

Ashton Kutcher

A sus 36 años, es conocido globalmente sobre todo como actor, pero Ashton Kutcher es además un exitoso inversor en empresas emergentes.

Hace ya años invirtió a título personal en Foursquare, la red social que te permite compartir en redes sociales en qué lugar estás.

El éxito de esa primera inversión lo introdujo en el mundo de las startups o empresas emergentes, y en 2009 puso su dinero en Skype.

Se dice que para cuando Microsoft compró Skype dos años más tarde, el actor había triplicado su plata.

En 2011 Kutcher también invirtió en Airbnb, esta vez ya a través de su propia entidad de capital emprendedor, llamada A-Grade Investments, con la que también ayudó a financiar YPlan, Uber y Getaround, entre otras muchas.

Si bien no todo han sido ganancias, en lo que se refiere a celebridades que actúan como ángeles de inversión Kutcher está a la cabeza de la lista.

Y a juzgar por las apuestas que ha hecho, el actor tiene ojo para invertir en buenas ideas.

Pero además, desde octubre de 2013 Kutcher trabaja como ingeniero de productos para la multinacional china de informática Lenovo.

Si bien otras celebridades han prestado antes sus rostros para respaldar marcas tecnológicas, una conocida estrategia de marketing, parece que Kutcher se ha implicado personalmente en el desarrollo de la línea Yoga de tabletas de Lenovo.

Justin Timberlake

Justin Timberlake

Otra de las celebridades en lo alto de la lista de famosos ángeles de inversión es el músico convertido en actor Justin Timberlake.

Aunque apostó por varias empresas emergentes, su más conocida incursión en al mundo de la tecnología fue la adquisición en 2011 de buena parte de la red social en problemas Myspace, de manos de News Corporation, del grupo Murdoch.

La empresa fue vendida por US$35 millones.

Justin Timberlake está involucrado en la gestión de la estrategia de negocio de Myspace, que fue una exitosa red social hasta que en 2008 perdió su dominio del mercado ante Facebook.

La caída de la popularidad de Myspace en pocos años fue dramática, y aún después de la llegada Timberlake la red social no ha logrado recuperar la gloria de antaño.

Ahora continúa funcionando pero más como un catálogo para profesionales de la música que como una red social.

Y otros famosos curiosos…

Bono, el cantante de la legendaria banda irlandesa de rock U2, invirtió con éxito al comprar un 1% de la red social más popular del mundo, Facebook.

Lady Gaga invirtió en el servicio de música Turntable.fm.

Y Leonardo DiCaprio, apostó varios millones de dólares por Mobli, una aplicación para compartir fotos.

http://www.lanacion.com.ar/1736429-los-proyectos-tecnologicos-de-william-ashton-kutcher-y-justin-timberlake

Secretos de #Startups : cómo piensa la argentina #RebecaHwang que brilla en #SiliconValley

7 Ago

Rebeca Hwang tiene éxito en el corazón del ecosistema tecnológico y desliza aquí algunos consejos para emprendedores

Por Sebastián Campanario  | Para LA NACION

Rebeca Hwang 01

Rebeca Hwang nació en Corea hace 35 años, pero se considera argentina, y es una de las emprendedoras más destacadas de Silicon Valley. Foto: LA NACION

Como «trotadora global con ADD [déficit de atención] crónico en la vida» -así se define en su perfil de Twitter-, Rebeca Hwang hace honor a uno de los mantras centrales del emprendedorismo: vivir en estado «beta» (versión de prueba) permanente, experimentando, encarando proyectos nuevos, cultivando redes y cruzando conocimientos entre disciplinas que aparentemente tienen poco en común.

Con sólo 35 años, Hwang es hoy la argentina mejor posicionada en el ecosistema de startups de Silicon Valley, en la costa oeste de los Estados Unidos. Pero previo a este escalón, atravesó un recorrido no lineal que incluye estaciones en su Corea natal, la Argentina, la India, Nicaragua y los EE.UU., donde reside actualmente.

Llegó de su país a los seis años. «Cursé la primaria y la secundaria en Buenos Aires y me siento argentina», cuenta Hwang a LA NACION. En el Colegio Nacional de Buenos Aires fue la mejor alumna de primero a quinto año y, cuando estaba en tercero, se anotó en un taller de periodismo porque quería ser escritora. Producía textos largos con frases cortas y muchos signos de admiración. Pero finalmente, luego de leer una biografía de Marie Curie, optó por la Ingeniería Química y aplicó para el MIT.

El embajador de Corea, a quien le pidió una nota de recomendación, le dijo que le iba a resultar muy difícil entrar. «Cuando llegó la carta de aceptación, fue la primera vez que vi llorar a mi papá», recuerda. En el MIT comenzó a interesarse por los problemas de acceso al agua potable en países pobres y se anotó en misiones a las zonas rurales de Nicaragua (al norte de Managua) y a Bombay, la India, para colaborar con soluciones para mitigar este flagelo.

Patentó tres inventos (y tiene siete más pendientes de aprobación); entre ellos, un sistema para abaratar el costo del tratamiento del cólera. Mientras tanto, el MIT Technology Review la consignó entre los 35 innovadores jóvenes más talentosos del mundo, un logro que en su momento consiguieron leyendas como Mark Zuckerberg (Facebook), Sergei Brin (Google) o Jack Dorsey (Twitter).

«Por esa época, me picó el bichito del emprendedorismo», dice Hwang. Luego de rechazar ofertas de bancos de inversión, se anotó en un doctorado en Stanford y, al poco tiempo, fundó con dos socios Younoodle, una plataforma online muy exitosa que permite a startups participar en la comunidad empresarial y acelerar el crecimiento de sus iniciativas. Más recientemente abrió Rivet Ventures, un fondo de inversión con foco en empresas que tienen como consumidoras finales a mujeres.

Rebeca Hwang 02

Rebeca Hwang es una de las responsables de Younoodle.

En América latina y en la Argentina, los obstáculos son mayores, en buena medida porque los capitalistas de riesgo prefieren estar cerca de los equipos en los que invierten. De acuerdo con el último Global Entrepreneurship Monitor (GEM), que realiza el IAE, el 80% de las startups que se crean en la Argentina no sobreviven más de dos años. Por su conocimiento de la Argentina, de Silicon Valley, porque hoy se dedica a evaluar proyectos para asignarles fondos, porque Younoodle, entre otras funciones, elaboró un algoritmo para predecir el éxito de las empresas nacientes y porque el año pasado fracasó en un proyecto con socios porteños, Hwang es la persona ideal para conversar sobre los pecados capitales de los emprendedores argentinos. De paso por Buenos Aires, donde fue invitada por el gobierno porteño como jurado de Aceleradoras BA Emprende, la joven empresaria conversó con LA NACION sobre los errores más comunes en este ecosistema.

  • Pensamiento a corto plazo

En Silicon Valley, la posesión más importante para un emprendedor es su reputación. Por lo tanto, los empresarios deben establecer lazos a largo plazo, invirtiendo esfuerzo, tiempo y favores a la red de amigos y de contactos profesionales. «La actitud es de dar antes que recibir, y siempre retribuir con un gesto generoso a las personas que lo ayudaron a uno. Cultivar una relación profunda y robusta antes de extraer valor de un contacto es clave para evitar agotar el ecosistema», dice Hwang. «He notado que algunos tienen una visión más a corto plazo, más oportunista. De manera agresiva intentan exprimir el mayor valor posible del sistema, sin pensar en la necesidad de reponer y recargar. Esta situación crea un desequilibrio y se cierran puertas», agrega. El pensamiento a corto plazo también se refleja, comenta Hwang, en los modelos de negocios que, muy a menudo, están más adaptados a conseguir una venta temprana de la compañía que a la creación de valor.

  • Mal timing

Las tendencias siguen ciclos de moda. Regularmente se observan fenómenos de los que todos hablan (hoy serían los «wearables«, la economía por compartir, etcétera), que generan algunos negocios muy exitosos que inspiran copias en otros países (por ejemplo, Groupon). El problema es que muchas veces los emprendedores argentinos llegan a Silicon Valley demasiado tarde. «Es similar a tratar de vender el diario de ayer», grafica.

  • Subsidiarse con consultoría

Cuando el dinero se acaba, se vuelve muy tentadora la propuesta de algunos clientes que piden servicios de consultoría que distraen del producto central de la startup. «Tener clientes que pagan bien por un proyecto de consultoría puede crear un remedio inmediato, pero casi siempre termina disminuyendo la probabilidad de enfocarse en el producto escalable de la compañía», advierte Hwang.

  • Tacañería

«A veces, los fundadores de startups son poco generosos en la distribución de acciones para el resto del equipo y los primeros empleados en la compañía. Se equivocan en pensar que tener más porcentaje de la propiedad es el resultado óptimo, cuando, en realidad, la falta de incentivos para el resto termina derivando en que uno tenga más participación de una compañía menos valiosa».

  • Aspirar a «fondearse» en un viaje

Hay muchos emprendedores que se suben a un avión a San Francisco y esperan volver después de una semana de reuniones con una oferta de financiamiento. Aunque Silicon Valley concentra la mayoría de los fondos disponibles para startups en Estados Unidos, la competencia es fatal y es casi imposible recaudar fondos si el emprendedor no tiene acceso al «círculo interior». Estas expectativas erróneas crean desilusiones y queman puentes con el valle.»

http://www.lanacion.com.ar/1713082-secretos-de-startups-como-piensa-la-argentina-que-brilla-en-silicon-valley

La renuncia del jefe de #Google+ y su relación con las aplicaciones de rumores

5 May

La salida del creador de la red social fue anticipada mediante una publicación anónima del servicio móvil Secret, que suele ser el lugar preferido para publicar los entretelones del mundo tecnológico

Vic Gundotra 01

La salida de Vic Gundotra, creador de Google+, fue anticipada mediante la aplicación de una red social llamada Secret, basada en publicaciones anónimas. Foto: Reuters 

Vic Gundotra, creador y director de Google+ , anunció en un mensaje en esa red social que deja la compañía con efecto inmediato.

El alto ejecutivo de redes sociales de Google no dio los motivos de su renuncia ni tampoco reveló lo que planea hacer a continuación, pero deja la compañía tras casi ocho años marcados por un desafío audaz a Facebook.

Su partida alimenta las especulaciones de que la red que Google creó hace tres años para competir con Facebook está de capa caída y no ha logrado realmente conquistar a los usuarios.

Vic Gundotra 02

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Reed Hastings, el acomodador de #Netflix

24 Abr

Adaptó una empresa de alquiler de películas por Internet y creó Netflix, un servicio para ver films y series online, cómo y cuándo el espectador quiere. ¿Quién es Reed Hastings, el hombre que está creando la televisión del futuro?

Por Martina Rua  | Para LA NACION

Reed Hastings

Foto gentileza Netflix. Foto: LA NACION

Cuando terminó su reunión en la Casa Blanca con Barack Obama, salió apurado del Salón Oval y llamó por teléfono a su mujer: «¡Es todo idéntico a House of Cards!», dijo emocionado, como un fanático más de la serie. Es que desde hace tres años, Reed Hastings, CEO y cofundador de Netflix, se mueve como un turista que está redescubriendo su propia tierra.

La inmensa popularidad que cobró su servicio global de streaming de contenidos (que brinda la posibilidad de ver películas y series online sin descargarlas) lo puso en el centro de la escena tecnológica de la que forma parte desde hace más de 30 años. Conversa telefónicamente con la Revista una tarde lluviosa de abril desde el pequeño poblado de Los Gatos, en Silicon Valley, California. Allí, en la casa central de Netflix, son las 16.30, y aunque su agenda está trazada con precisión milimétrica, Hastings no tiene prisa. Habla tranquilo y bromea cada vez que la ocasión lo permite. Hace silencios significativos antes de hablar de su empresa y del futuro de la industria del consumo de entretenimiento.

Sin pensarlo demasiado y si repasa rápidamente los últimos dos años, ¿cuáles son los primeros sentimientos que surgen?

Estoy muy feliz, el hecho de que la compañía sea tan aceptada y popular en tantos países, que la gente ame ver contenidos en Internet cómo y cuándo quiere. Es todo muy nuevo para mí, que las personas me reconozcan por la calle y me digan cuánto les gusta una serie no deja de sorprenderme. Además, conozco a gente increíble y creativa todo el tiempo.

Wilmont Reed Hastings Jr., dice el documento de este hombre de 53 años, oriundo de Boston, Massachusetts, que para hablar del germen de su espíritu emprendedor y aventurero se remonta a sus 22 años. Luego de un fugaz paso por el cuerpo de marines viajó a Suazilandia, en África, donde trabajó como maestro de matemáticas por dos años como miembro del Cuerpo de Paz de los EE.UU. Luego de aquella experiencia fue aceptado en la Universidad de Stanford, donde estudió ingeniería informática. Ya con el mote de joven Silicon Valley se lanzó a fundar su primera compañía en 1991, a la que llamó Pure Software, dedicada al desarrollo de sistemas, la que creció rápidamente, quizá demasiado para su falta de experiencia. En poco tiempo pasaron de 10 a casi 700 empleados, y Hastings, que se sintió sobrepasado por la situación, le pidió en dos ocasiones al directorio de su compañía que lo reemplace, pedido que fue desoído y que moldeó al ideólogo de Netflix en un hombre de negocios, además de un experto técnico. En 1995 la compañía se hizo pública y empezó a cotizar en la Bolsa. Siguió una fusión con otra empresa que dio como resultado a Pure Atria, que finalmente fue adquirida por una tercera, Rational Software, en 1997. Y aunque Hastings quedó como el referente técnico, al poco tiempo, y desencantado por la creciente burocracia, decidió alejarse para comenzar a darle forma a su siguiente startup: Netflix.

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¿Es posible crear otro Silicon Valley?

9 Mar

De HP a Yahoo!, Google, Facebook y Twitter, la opinión de diversos especialistas y ejecutivos sobre las condiciones que deben tenerse para replicar la experiencia en otras partes del mundo

Por Neil Konig | BBC Mundo

Google en Mountain View

Una vista de la sede de Google en Mountain View, California, en la zona conocida como Silicon Valley. Foto: AP

Desde Hewlett Packard hasta Google, pasando por Apple o Intel, las muchas empresas innovadoras -start up- creadas en Silicon Valley han ayudado a definir el mundo moderno. Se puede decir que la zona, en la bahía de San Francisco en el norte de California, ha sido la capital mundial del emprendimiento, generando un flujo aparentemente infinito de distintas tecnologías, nuevas empresas y enorme riqueza.

Ahora, varios lugares del mundo están intentando crear un núcleo de start-ups en el mismo estilo.

Le preguntamos a un grupo de expertos de silicon Valley por qué creen que el área tuvo tanto éxito y qué consejos les dan a aquellos que quieran emular sus logros.

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Las inquietudes del gigante electrónico Samsung

30 Dic

Con una supremacía basada en el desarrollo de partes electrónicas, el conglomerado industrial surcoreano busca crear su propio camino, sin depender de Google y sin ser un seguidor de los pasos de Apple

Por Eric Pfanner y Brian Chen | The New York Times

Samsung 01

Samsung logró emerger como el principal competidor de Apple en el mundo de los teléfonos móviles, dejando en el camino a firmas como Nokia y BlackBerry. Foto: Reuters 

Lee Kun-hee , el hombre que construyó la empresa más exitosa, más admirada y más temida en Asia -un monstruo de 288.000 millones de dólares que se cuenta entre los más rentables del mundo- tuvo un mensaje para sus empleados este año. Tienen que hacer las cosas mejor.

En otras compañías quizás hubiesen correspondido felicitaciones. Sus compañías iban rumbo a otro año extraordinario. Pero se trata de Samsung, el grupo industrial surcoreano que Lee, un hombre élfico con una voluntad de hierro, transformó de un fabricante de segunda de aparatos hogareños en un conglomerado con un negocio de electrónica como buque insignia que ha dejado a la mayoría de su rivales mordiendo el polvo de silicio. No habría palmada en la espalda a los 470.000 empleados de Samsung. En cambio en junio envío un correo electrónico a toda la compañía, urgiéndolos severamente a mejorar su juego.

«Al avanzar, debemos resistir la complacencia y la idea de que somos lo suficientemente buenos, ya que esto nos impedirá volvernos mejores», escribió Lee, que tiene 71 años. La conducción de Samsung, dijo, «debe comenzar de cero para alcanzar metas e ideales más elevados».

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